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Fragmentos del diario de ensayos de Los fantasmas de la calle Obes

Octubre de 2010

Primeros acercamientos a la idea del comportamiento del fantasma. Levedad, caminar sin hacer ruido, comunicarnos desde muy cerca o muy lejos, sin que el volumen de la voz cambie. Intentos de hablar exhalando, mirarse sin verse, desenfocar la mirada, alejarla, como viendo a través de los muros, atravesar umbrales sin tocar las puertas. Lo inmaterial no toca, atraviesa.
Canto del fantasma: intentar un canto que exprese en unos instantes las frases aglutinadas de toda su vida, en distintos tonos y velocidades. Decir deformado, ininteligible para los vivos.
Posturas extrañas, incómodas, inverosímiles, permanecer en esas posturas un tiempo que para el fantasma es insignificante, imagino cincuenta años en esa posición, flotando ligero sobre un banco o contra un muro agrietado. El muerto intenta decir sus secretos y al principio no logra hacerse entender. Aprende penosamente.
Leemos textos sobre fantasmas, sus cualidades, aporías. Relatos, presencia en los mitos.
El pianista ensaya sus acciones, es un personaje más, es parte de la historia. Propone melodías, compone partituras originales que intensifican los relatos.

Noviembre
Comienzan los quiebres de personajes, del fantasma al ser vivo, del muerto y su reflejo banal y vulgar del mundo de los vivos. Cada personaje tiene su equivalente mediocre, asordinado, poco interesante, en el aquí del mundo.
Representamos como imaginamos que eran los fantasmas cuando estaban vivos, como se movían y hablaban, como pensaban en su tiempo.
Tomamos la escalera como espacio articulador. Subimos y bajamos y en ese ir y venir van pasando los años y la vida, va cambiando el andar, la mirada, surgen las heridas de guerra, las desilusiones, el amor… o al contrario, se pierden. El piso de abajo es el terreno de los vivos y el piso de arriba el de los muertos. Intentan comunicarse y no se escuchan o se comprenden cuando ya es muy tarde.
Creamos un circuito de texto y acciones mientras escuchamos fragmentos de G. Scelsi y G. Ligeti.
Primeros encuentros con las diseñadoras. Planteamos extrañamientos del vestuario, envejecimientos, quemaduras, deshilachar lo que alguna vez fue nuevo. El plano del fantasma lo imaginamos en colores desleídos y el de los vivos en colores más intensos. Pensamos en los objetos del comedor de los muertos como cubiertos con un manto de cenizas, deslucidos. Los objetos que aparecen también han muerto, pasando el mismo umbral que el fantasma. El botellón de vidrio, antes reluciente, ahora no es más que un cuenco seco, con restos de líquido petrificado; la copas y cubiertos quedaron opacos, perdiendo el antiguo esplendor.

Diciembre
Cada uno imagina cómo fue su muerte, ahogándose, cayendo, desangrándose, quemándose, envenenado, y de la sensación parte el gesto que pervive aún luego de la muerte.
La voz se distorsiona, quiebra y desarticula. Se vuelve desagradable, con agudezas extrañas o tonos bajos inquietantes.
Repetimos un circuito de acciones en un orden aleatorio, sin tener en cuenta el texto todavía. Varias veces igual, pero en la última repetición algo cambia, algo se sale de lo esperado y el fantasma se comporta de una forma que nunca había mostrado, rompiendo el orden espacio temporal. Para él el tiempo se comprime o se estira interminable, lo mismo el sonido y el espacio.
Los objetos que acompañan al fantasma estarán como pegados a él, son parte de su condición y siempre se los verá como prolongaciones de su cuerpo.
Comer y tomar, dormir, sentarse, son acciones que los muertos transforman con una expresión distinta. Tocarse, empujarse o atraerse entre ellos a distancia y sin embargo sentir el efecto, expresar en escena ese efecto de que alguien de mi misma condición me dio vuelta la cara con un golpe lleno de ira. Pero ese alguien está a cinco metros de distancia de mí. No importa, siento su golpe o sus besos, que penetran en mi sustancia o como sea que se llame ese éter semitransparente que nos constituye en este juego.
Víctor, el único personaje vivo, encuentra su recorrido por la casa, sus obsesivas acciones a modo de coreografías con un sentido íntimo. El chaleco es su protección, su borde, su primer refugio. El ropero, el segundo. Adentro del ropero se pueden decir algunas cosas que nunca se dirían en otra parte. Encontramos ese ropero, ideal, pequeño, con puertas de vidrio, tiene que ser ese ropero… donde un chaleco de niño todavía permanece como símbolo mudo de una infancia desolada.
Qué ocurre cuando el fantasma se va pero se queda. Se va su conciencia, pero su imagen aún permanece unos instantes. Como representarlo. No podemos quedarnos rígidamente quietos, ese tipo de quietud pertenece al muñeco, que nunca tuvo vida, pero no al fantasma. Pensamos en una vibración leve, como si fuéramos un raro holograma.
Creamos una malla sonora en la casa, las puertas nunca están cerradas ni del todo abiertas, mientras alguien cuenta su historia se escuchan gemidos, canillas que se abren, llantos y risas, el raspar de paredes y puertas, los acordes del piano.
Ya tenemos el diagrama de las escenas en el espacio, la planta baja, el primer piso y sus relaciones con la trama. También las escenas delineadas, los recorridos, acciones.
Las paredes y objetos tienen imanes, nos atraen y atrapan.

Febrero de 2011
Los personajes del mundo actual entrenan su cotidianeidad. Recitan avisos publicitarios,  hablan de las bondades de los productos de limpieza y desodorantes, champúes y electrodomésticos. Respiran agitados, apurados, con el estrés absurdo que da saber que cierra el supermercado. Contraste entre los jóvenes y el viejo, que está a punto de morir. En tanto seguimos probando el decir del fantasma, como si fuera alguien que está aprendiendo con dificultad a hacerse escuchar. Algunas sílabas se le escuchan y otras se pierden ahogadas en su garganta.
Los vivos manipulan llaves, platos, copas, cubiertos, papeles, con gran soltura. Las llaves son la clave de una escena.
Avanzamos en la dramaturgia, parecen infinitos los ajustes que hay que hacer al texto. Es un momento difícil, de decisiones complejas de la trama y la resolución del final. La puesta en escena exige nuevas soluciones. Decidimos agregar una locación más. Otro escenario, ahora son seis espacios. Se incorpora un nuevo personaje, que recibe al público. Debe ser también un personaje, debe formar parte de la ficción o mejor, estar en ese borde curioso entre la realidad y la inauguración del cuento. Ya estaba entre nosotros, pero ahora decidimos darle presencia en el relato.
En cada escena surgen coreografías, momentos danzados, quiebres del relato eje.
Se va planteando el diseño de luces, la fascinación por recuperar la belleza de la arquitectura a través de la luz y a su vez lograr la penumbra sugerente para iluminar a  los espectros.
La música grabada también se integra a las escenas, en momentos especiales de transición y acciones.

Marzo
Las escenas se enlazan, se ordenan y fluyen. Primeras pruebas de vestuario. Instalación de luces, cientos de metros de cables, parece no terminar nunca. Llegan los objetos decorativos, que no manipulará ningún actor pero estarán allí, se verán, son importantes. La casa convertida otra vez en casa, con retratos en las paredes, muebles, vajilla. Algunas habitaciones abandonadas, mesas y armarios cubiertos de telas blancas como siluetas perdidas de las alegrías de otros tiempos, otras habitaciones todavía en uso, con camas viejas y mesas de noche de hace décadas. Y otras habitaciones, por fin, que nunca vemos, que presentimos a través de la penumbra de las puertas, de los ruidos de esos que persisten en quedarse, amarrados a los muros aún después de haber muerto.
Abril
Repetimos, con variantes, las escenas, una y otra vez, y surgen nuevas propuestas, renuncias, depuración de lo que hay. Víctor necesita dos chalecos para sus acciones, Emero tiene que rezar en determinado momento, no hay duda, Dolores incorpora definitivamente el cuerpo de su hija al suyo, Nereida ensaya en el gran ventanal nuevos movimientos, incorporamos efectos visuales que luego se quitarán, otra vez la renuncia, parece no terminar nunca el ajuste. El pianista sigue proponiendo momentos de sonidos muy bellos. La voces empiezan a aparecer extrañas, a  hacer rebotar los sonidos de una manera nueva. Las voces densas, deformadas levemente, levemente agudas o graves, con ecos casi inaudibles, modulaciones extrañas.
Primeras fotografías, retratos, posamos con miradas viejas y con miradas nuevas. No son fotos de fantasmas, sino álbum familiar.
Operadores de luz y sonido comienzan a respirar con el pulso de la obra.

Mayo
Se precipitan los días y hay que mantener la calma y el cuidado de los detalles, cada detalle de vestuario y luz, maquillaje y movimiento.
21 de mayo, estreno, desde meses atrás fue un número elegido, casi por capricho. Luego se convirtió en obstinado dato de la realidad. Llegó el día. 21 horas, casi en punto y aquí estamos, esperando por toda la casa, doce. Somos doce, nunca fuimos tantos. Las diseñadoras están todas, nos rodean, cuatro, las cuatro aquí, este 21 de mayo, no falta nadie.
Damos sala, siempre se dice sala, aunque sea casa, y detrás de una puerta cerrada, en la planta baja, al principio suavemente y cada vez con más fuerza, comienza a sonar el piano…

 

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