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La crítica ha creído ver en la escritura de Rehermann cierta influencia de Julio Cortázar, lo cual puede ser bastante justo en Los días de la luz deshilachada.

En El robo del cero Wharton, la influencia consciente más clara, quizá no en el plano formal, pero con seguridad en el tono y las ganas, debería buscarse en Henry Miller y quizá en Anaïs Nin.

Interesado en los desarrollos de tramas sólidas, se interesó bastante en la obra de Graham Greene.

Dodecamerón fue definitivamente marcado por la lectura de George Perec, especialmente La vie, mode d'emploi. Pero quizá el libro que más se ha entrometido en la escritura de Rehermann desde esa cuarta obra ha sido Manuscrit trouvé à Saragosse, del polaco Jan Potocki.

Algunos de sus escritores favoritos (como Potocki, Musil, Roussel o Perec) tienen la desventaja de hacer caducar ciertos textos no demasiado henchidos de inteligencia. Así que numerosos novelistas bien considerados en el mundo son ampliamente desconocidos por Rehermann.

En 180, algunos críticos percibieron cierto parentesco, en la intención estructural, con el más reciente Pynchon, lo cual podría considerarse más una casualidad que una comunidad de intereses.

Los tres libros que Rehermann lee una y otra vez, desde hace unos treinta años, son La isla, de Alfredo Gravina, When Eight Bells Toll, de Alistair Maclean, y La canción de la pulga, de Gerald Kersh.

Ninguno de ellos es muy bueno, pero los tres son perfectos.