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de Carlos Rehermann

El último juego de Florencio Sánchez

La obra muestra algunas escenas de la vida de Florencio Sánchez, durante los días que pasó en el casino de Monte Carlo junto a su amigo Santiago Devic. Esa estadía ocurrió al principio de su último año de vida, cuando el gobierno uruguayo financió su viaje por Italia con la excusa de que trabajaría para evaluar la posibilidad de que Uruguay concurriera a una exposición en Roma. Era simplemente una beca encubierta. Florencio tenía, como siempre, problemas de dinero. Su pasaje por los centros de recreo de la Costa Azul probablemente obedeció a su interés por conocer a algunos personajes influyentes en el mundo del espectáculo, aunque quizá sólo se debía a la fascinación que ejercía sobre el sudamericano pobre ese mundo de millonarios, príncipes y buscavidas.

Pero sin duda uno de los objetivos de Florencio en su viaje era establecer contactos con empresarios y actores.  Florencio imaginaba que, así como había conquistado Buenos Aires, iba a poder conquistar Europa. Conocía bien los repertorios de las compañías de teatro europeas, porque llegaban regularmente al Río de la Plata, y creía que su teatro estaba en un nivel perfectamente equiparable al promedio europeo de su tiempo. Las actrices Eleonora Duse y Sarah Bernhardt eran asiduas visitantes de Monte Carlo. No hay información acerca de los contactos que tuvo el dramaturgo en ese viaje por la costa francesa (y si hubieran sido con figuras como la Duse o la Bernhardt, los datos seguramente figurarían en sus cartas de ese período, que se conservan). Esta obra juega con tres de esos encuentros posibles. 

Las figuras elegidas para los encuentros de Florencio con la cultura europea son las actrices Eleonora Duse y Sarah Bernhardt y la bailarina Isadora Duncan.  En el momento de la acción, Eleonora hace poco que se separó de D’Annunzio. La vida de Isadora cambiará para siempre pocos meses más tarde, cuando sus dos hijos mueran en un accidente automovilístico. Sarah está en Monte Carlo para encontrarse con su antiguo amante y retratista, Alfons Mucha.

Santiago Devic fue un cantante rosarino, amigo de Florencio, que, se sabe, acompañó al escritor en su visita a la Costa Azul francesa. También fue Devic quien intentó, en unos días desesperados, llevar a Florencio a Suiza, con la esperanza de una recuperación de su tuberculosis, y quien finalmente lo acompañó en sus horas finales.

 

 

 

 

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