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La vergüenza (…) que siente el justo ante la culpa cometida

por otro, que le pesa por su misma existencia, porque ha

sido introducida irrevocablemente en el mundo de las cosas

que existen, y porque su buena voluntad ha sido nula o

insuficiente, y no ha sido capaz de contrarrestarla. (…)

Nadie ha podido comprender mejor la naturaleza incurable

de la ofensa, que se extiende como una epidemia. Es una

necedad pensar que la justicia humana pueda borrarla. Es

una fuente de mal inagotable: destroza el alma y el cuerpo

de los afectados, los apaga y los hace abyectos;

reverdece en infamia sobre los opresores, se perpetúa en

odio en los supervivientes, y pulula de mil maneras contra la

voluntad misma de todos, como sed de venganza, como

quebrantamiento de la moral, como negación, como

cansancio, como renuncia.



Primo Levi, “La tregua”

 

 

 

 

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os

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